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Sobre la cooperación de hombres de ideas discrepantes

Este tema lo trató Maritain, en su condición de Presidente de la delegación de Francia, en el Discurso Inaugural de la II Conferencia de la UNESCO, en Ciudad de México en 1947, centrada principalmente en la preparación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre que terminaría aprobándose en 1948.

El planteamiento «práctico» de Maritain terminó siendo un factor decisivo para romper el nudo Gordiano de las diferencias ideológicas que imposibilitaban el acuerdo.

"Al pensamiento moderno se le ha aplicado, y no sin razón, el rótulo de «babelismo»; y en verdad, nunca los espíritus de los hombres estuvieron tan profunda y cruelmente divididos como hoy. Las doctrinas y las creencias, las tradiciones espirituales y las escuelas de pensamiento entran en conflicto sin que les sea posible comprender siquiera los signos que las otras emplean para expresarse. La voz de cada ser humano no es sino ruido para sus semejantes. Y por más que profundicemos, ya no encontramos un fundamento común del pensamiento especulativo. No existe un lenguaje común del pensamiento.

¿Cómo, pues, en estas circunstancias, puede concebirse una concordancia entre hombres que provienen de los cuatro puntos cardinales de la tierra y que pertenecen no sólo a diferentes culturas y civilizaciones, sino a diferentes corrientes espirituales y a escuelas de pensamiento antagónicas?

"Aquí es preciso distinguir claramente entre las «justificaciones racionales» (que son inseparables del dinamismo espiritual de una doctrina filosófica o de una fe religiosa) y las «conclusiones prácticas» que, justificadas separadamente por cada uno, son para todos, analógicamente, principios comunes de acción.

"Estoy plenamente convencido de que mi manera de justificar la creencia en los derechos del hombre y en el ideal de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad es la única basada sólidamente en la verdad. Esto no me impide estar de acuerdo, sobre principios prácticos y de acción, con aquellos que están persuadidos de que su modo de justificar esa creencia y ese ideal es también el único que se basa en la verdad.

"Los principios prácticos a que aludimos forman una especie de carta magna indispensable para toda acción común efectiva y cuya formulación importa al bien mismo y al éxito de la tarea de establecer la paz, a la que están dedicados los esfuerzos comunes."


Sobre la cooperación filosófica…

Es un hecho inevitable que las doctrinas filosóficas, en la forma ideologizada que han adoptado en el presente, se encuentran enfrentadas en un combate sin cuartel.

¿Es realmente posible la cooperación filosófica? He aquí como ve el problema Maritain.

"Cada gran doctrina filosófica vive de una intuición central que puede ser erróneamente conceptualizada y trasladada en un sistema de aserciones seriamente deficientes o erróneo en cuanto tal, pero que, en cuanto intuición intelectual, consigue verdaderamente tomar algunos aspectos de lo real.

"Si procuramos hacer justicia a los sistemas filosóficos a los cuales nos oponemos con mayor determinación, debiéramos tratar de descubrir al propio tiempo la referida intuición central que comprenden y el lugar que debiéramos otorgarles según nuestro punto de vista. Entonces nos beneficiaremos de tales sistemas, no mediante préstamos de ellos o intercambiando con ellos de determinadas convicciones o ideas en particular, sino viendo, gracias a ellos, más profundamente al interior de nuestra propia doctrina, enriqueciéndola desde adentro y extendiendo sus principios a nuevas áreas de exploración traídas por ellos con mayor fuerza a nuestra atención, para informarlas más vital y poderosamente por tales principios.

"Así, pues, no hay tolerancia entre sistemas – un sistema no puede tolerar otro sistema, porque los sistemas son conjuntos abstractos de ideas que sólo tienen existencia intelectual, en la que la voluntad de tolerar o no tolerar no tiene lugar –, pero puede haber justicia, justicia intelectual, entre sistemas filosóficos.

"Y entre filósofos puede haber tolerancia y más que tolerancia; puede haber una cierta clase de cooperación y compañerismo, fundados en la justicia intelectual y en el deber filosófico de entender el pensamiento de otros con verdadera equidad. Mas aún, no hay justicia intelectual sin la ayuda de la caridad intelectual."


Sobre la participación política de los cristianos

Maritain plantea aquí una distinción muy importante entre el cristiano y el filósofo cristiano.

"Si el filósofo experimenta, por su amor a la inteligencia, cierta incertidumbre y angustia frente a los juegos ordinarios de la arena política – a causa de la terrible irracionalidad que los domina –, no se puede ocultar que, para el cristiano, existe desde el comienzo un profundo desánimo que es preciso superar.

"Lejos de estar exento de las obligaciones que corresponden a todo hombre en el orden social y político, el cristiano sabe que, además, él debe, como cristiano, traer la presencia del espíritu incluso al mundo de la violencia y de la contradicción.

"Sin embargo, el filósofo, como tal, puede y debe aproximarse al dominio propio de la acción humana y política tan cerca como sea posible, en busca de un conocimiento que permanece general e interesado en las leyes universales. Actuando así, en su propio nivel, podrá preparar el trabajo de aquellas operaciones capaces de trasformar inmediatamente el mundo y la vida.

"He aquí por qué, en las angustias del presente, no he abandonado la filosofía – la filosofía práctica –, sino, muy por el contrario, permanezco en mi propio plano, actuando todavía como filósofo, mientras intento pensar acerca de los problemas existentes, conforme a principios capaces de esclarecerlos en alguna medida.

"El filósofo, en cuanto filósofo, es de poca utilidad para los hombres. Sin embargo, para permanecer filósofo y actuar como filósofo, uno debe mantener siempre la libertad de la filosofía y, en especial, afirmar sin descanso su independencia con respecto a los partidos, cualesquiera que éstos sean.

"No pertenezco ni a la izquierda ni a la derecha.

"La independencia del filósofo atestigua la libertad del intelecto frente al instante que pasa.

"La independencia del cristiano atestigua la libertad de la fe frente al mundo."