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Jacques Maritain: mitos y realidades

Uno de los mayores problemas que enfrenta la promoción del pensamiento de Maritain – llevada a cabo principalmente por numerosas organizaciones maritainianas en el mundo occidental – es la falta de disponibilidad generalizada de sus obras.

Esta es, precisamente, la razón de nuestro esfuerzo por poner a vuestro alcance en este sitio web la mayor cantidad posible de documentos de Maritain – libros cuando son breves, si no, capítulos de libros, conferencias, artículos, etc. –, presentados en formato PDF.

Sin entrar en detalles respecto de las causas de tal situación, interesa detenernos en un hecho por cierto alentador y, al mismo tiempo, preocupante, cual es la difusión de su pensamiento por autores que lo exponen desde diversos ángulos en libros, artículos, conferencias, simposios, conmemoraciones, etc., los que, de hecho, están pasando a ser una fuente de conocimiento indispensable en ausencia de sus libros.

Lo preocupante radica en que es posible que estemos en presencia de un proceso de sustitución del conocimiento directo de Maritain por un conocimiento indirecto a través de dichos autores, lo que, sin una presencia actual y efectiva de sus libros en las diversas áreas que incursionó, puede conducir a interpretaciones encontradas que ponen o pueden poner en duda la unidad y coherencia de la visión maritainiana.

Entre los efectos negativos actualmente vigentes de esta especie de sustitución se encuentran ciertas opiniones, trasmitidas de comentarista a comentarista, que se aceptan como verdaderas a pesar de no corresponder exactamente al pensamiento de Maritain, especialmente con relación a su filosofía tomista, lo que induce a asociarlas más bien a la idea de los «mitos».


El 'mito' de la interferencia indebida de la fe en su filosofía

Afirmar la interferencia indebida de la fe de Maritain en materias filosóficas es un lugar común, particularmente en referencia a sus primeros años en condición de recién converso. En su esencia, tal interpretación conduce a disminuir el valor filosófico actual del Tomismo, reduciéndolo a una visión condicionada por la religión, superada de hecho por las filosofías modernas.

Sin embargo, Maritain había rechazado tajantemente las filosofías modernas antes de que entrasen en escena Bergson, Bloy, el catolicismo y Santo Tomás, sin que los aspectos positivos, que sin duda tienen, hayan podido contrarrestar sus fallas de principios, que conducen al relativismo y al subjetivismo.

Una vez en la fe, Maritain retornó a la búsqueda intelectual inicial, procurando conciliar su nueva fe con la filosofía bergsoniana que había adoptado antes de la conversión. Ese fue esencialmente un esfuerzo filosófico que terminó – antes de haber entrado en contacto con el tomismo – en el rechazo del bergsonismo, por ser una filosofía que niega al intelecto su capacidad conocer la realidad al desechar el valor de la vía conceptual como instrumento básico del saber humano.

"Así, al aceptar completamente, sin equívocos ni reservas, el valor auténtico y real de los instrumentos del conocimiento humano, ya era yo un tomista sin tener conciencia de ello. Cuando tiempo después me encontré con la 'Suma Teológica' fue como un flujo luminoso que no encontró obstáculo alguno en mi".

Así, pues, en esencia, su aceptación del tomismo fue el resultado exclusivo de un proceso racional, sin condicionamientos religiosos.


El 'mito' de la intransigencia de la filosofía de Maritain

La idea de que la filosofía de Maritain es rígida e intransigente descansa en el mito precedente y en una interpretación de conveniencia del rechazo de la filosofía aristotélica por parte de las filosofías modernas, es decir, del rechazo natural de un sistema filosófico por otro sistema filosófico adverso. Digo que se trata de una interpretación de conveniencia, porque enfatiza el antagonismo tomista respecto de las filosofías modernas, sin siquiera mencionar el antagonismo de las filosofías modernas respecto del Tomismo.

Existen dos fuentes de estas críticas, una general, de carácter indirecto, y la otra particular, de carácter directo.

Las críticas indirectas provienen de los filósofos modernos que rechazan de plano la filosofía aristotélica. Para ellos, Santo Tomás y Maritain no cuentan, porque, en la práctica, se auto-descalifican en la medida que son aristotélicos.

En cambio, las críticas directas, aquellas dirigidas a Santo Tomás y a Maritain, provienen de pensadores cristianos que, por su rechazo a Aristóteles, procuran conciliar el cristianismo con el relativismo de las filosofías modernas, a lo que aquellos, evidentemente, se oponen.

Objetivamente, esta situación de antagonismo filosófico es absolutamente normal, atendidas las profundas contradicciones en los principios y metodologías de los diversos sistemas filosóficos. En otras palabras, es de la naturaleza de los sistemas filosóficos ser mutuamente antagónicos en proporción directa a la oposición de sus principios.


El 'mito' del Maritain "liberal"

El supuesto abandono de Maritain de la rigidez tomista, que habría dado lugar a la originalidad y creatividad de su humanismo integral, descansa totalmente en el mito precedente. Aquí se implica, por una parte, una apertura de Maritain a la modernidad, o sea, al relativismo moderno, como factor de superación del tomismo y, por tanto, de enriquecimiento de su visión humanista; y, por otra, que las limitaciones que se objetan a su humanistmo derivan del residuo tomista no superado.

El humanismo de Maritain se proyecta hacia un ideal de perfección, conforme a la ética, y, por ello, no puede ni debe reducirse al puro ámbito contingente de las ciencias sociales. Esta perspectiva está en perfecta armonía con el hecho de que Maritain mantuvo invariablemente su independencia como filósofo, siempre alerta ante el acontecer político-social, pero sin abandonar jamás su perspectiva filosófica ni incursionar en la arena política.

Para Maritain, si bien el cristianismo no forma parte de la naturaleza racional de la filosofía, sí representa una condición o «estado de ejercicio» de la filosofía en un clima o contexto cristiano, ya sea respecto del filósofo cristiano que razona conforme a ella, o respecto de los cristianos que recurren a ella para dirigir su acción.

En otras palabras, así como el humanismo de Maritain es cristiano en cuanto él lo ha razonado a la luz del cristianismo, también se hace cristiano en la acción en la medida que los cristianos lo ponen en práctica de manera vitalmente cristiana.


La carencia de un 'armadura filosófica'

La existencia de estos mitos que distorsionan y tergiversan el pensamiento de Maritain no sería de mayor cuidado si los cristianos no estuviesen intelectualmente desarmados frente al relativismo, como lo da a entender la manifiesta confusión reinante en sus filas.

¿A qué se debe esto? Dicho simplemente, se ha cedido el primer principio al adversario, no en forma expresa, sino de manera indirecta, renunciando a la «armadura filosófica» – es decir, al tomismo – que permite reconocer la raíz intelectual de la degradación y corrupción relativista en marcha.

En tal sentido, particularmente quienes miran el problema en su significación puramente política, olvidan que el mayor mérito de Maritain fue sacar esa armadura filosófica – la filosofía aristotélico-tomista – de los claustros y de los debates a puertas cerradas de los teólogos, para incorporarla de pleno derecho, como una filosofía autónoma y pública, al debate intelectual contemporáneo.

Ese es, precisamente, el principal legado que Maritain ha puesto en manos de los cristianos de nuestro tiempo.