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¿En qué consiste el problema?

He aquí como lo plantea Etienne Gilson en referencia a Maritain

“Consideremos, por ejemplo, un sistema filosófico cualquiera. Preguntemos luego si es ‘cristiano’, y si es así, ¿mediante qué características puede reconocérsele como tal? Desde el punto de vista de un simple observador se trata de una filosofía y, por tanto, de un trabajo de razón. El autor es cristiano y no obstante decirnos cual ha sido la influencia de su cristianidad en su filosofía, aquella permanece esencialmente distinta de ésta.

El único medio a nuestra disposición para detectar esta interacción consiste en comparar la información que podemos observar exteriormente: la filosofía sin revelación y la filosofía con revelación. Esto es lo que he tratado de hacer. Y puesto que la historia es capaz por sí sola de realizar esta tarea, he afirmado que la historia, por sí sola, puede dar significado al concepto de filosofía cristiana.

“Debo decir, por tanto, que la filosofía cristiana es una realidad objetivamente observable por la historia en sí misma, y que su existencia es positivamente verificable por la sola historia, pero una vez que su existencia ha sido así establecida, sus nociones deben ser analizadas en sí mismas. Esto debe hacerse como lo ha hecho el Sr. Jacques Maritain; estoy en efecto en completo acuerdo con él."


Los desacuerdos

Desde luego, el tema mismo de la filosofía cristiana es un tema ampliamente discutido, primeramente como es obvio, entre creyentes y no creyentes y, también, entre los propios cristianos.

"Existe una corriente de pensamiento que tiende a negar a la sabiduría humana, a la filosofía, un carácter autónomo en relación la fe religiosa. Originada en un pasado lejano – podríamos decir que en la sagrada sabiduría de Israel – y asumiendo muchas y muy variadas formas y sombras, tiene sus proponentes en prácticamente todos los períodos de la historia cristiana.

"De acuerdo con ella, la filosofía, en cuanto principio de verdad, necesita esencialmente de la fe, o al menos de cierta anticipación o guía positiva hacia la vida de fe; y, más aun, cualquier distinción entre una sabiduría natural pura y la sabiduría del Espíritu Santo se asemeja a una blasfemia.

"Existe, por el contrario, otra tradición que encuentra su inspiración en la Minerva helénica. Los racionalistas – e incluso algunos neo-tomistas – deducen que, porque la filosofía es distinta de la fe, no puede tener nada en común con la fe, salvo de una manera absolutamente exterior; de modo que la noción de Filosofía Cristiana no solamente es compleja en su estructura, sino espuria, e incapaz de resistir cualquier análisis serio."


La distinción entre la 'naturaleza' y el 'estado'de la filosofía

Maritain presente el problema de la «filosofía cristiana» mediante dos hechos simples y directos:

"Quienquiera que falle en reconocer que el dominio de la filosofía está, por su propia naturaleza, delimitado solamente por el alcance de las facultades naturales de la mente humana – sea cual fuere la filosofía de que se trate – no define la filosofía; la niega.

"Para Santo Tomás, la afirmación del carácter natural y racional de la filosofía es absolutamente básico. Pero se puede decir que, por el solo hecho de que él es «cristiano», adquiere un valor añadido y un alcance novedoso con respecto a la concepción de un Aristóteles, que no tenía idea del orden de la revelación."

Esto lo lleva a establecer una distinción fundamental para entender el sentido y significación de una «filosofía cristiana» auténtica, cual es la distinción entre la «naturaleza» propia de la filosofía y las condiciones de su existencia, es decir, del «estado» de su ejercicio.


La 'naturaleza' de la filosofía

"Considerando lo que la constituye formalmente como filosofía, la filosofía Tomista – no digo la teología Tomista – es absolutamente racional; en su tejido no cabe ningún razonamiento proveniente de la fe; deriva intrínsecamente sólo de la razón y de la crítica racional; y su solidez filosófica está basada enteramente en la evidencia experimental o intelectual y en la demostración lógica.

"De estas consideraciones se desprende que, puesto que la especificación de la filosofía descansa enteramente en su objeto formal, y dado que dicho objeto es completamente de orden racional, la filosofía considerada en sí misma – ya sea en una mente pagana o en una mente cristiana – depende de un mismo criterio, estricta e intrínsecamente natural y racional. Por eso, la designación de cristiana que aplicamos a la filosofía no se refiere a aquello que constituye su esencia filosófica. Simplemente, como filosofía, es independiente de la fe cristiana en lo relativo a su objeto, a sus principios y a sus métodos."


El 'estado' de la filosofía

"Desde el punto de vista del «estado de la filosofía», esto es, de sus condiciones de existencia, es claro que antes que la filosofía pueda alcanzar su completo y normal desarrollo en la mente, requerirá del filósofo muchas enmiendas y purificaciones, disciplinando no sólo la razón sino también el corazón. Para filosofar el hombre debe poner en juego toda su alma, de la misma manera que para correr debe usar su corazón y sus pulmones.

"Y aquí nos encontramos con lo que en mi opinión es el punto crucial del debate, un punto, por otra parte, en el que el desacuerdo entre los cristianos y no cristianos se convierte en inevitable.

"No hay que ser cristiano para estar convencido de que nuestra naturaleza es débil y que es suficiente que la sabiduría sea un logro difícil para que el error en su dominio sea entre nosotros más frecuente.

"Pero el cristiano cree que la gracia cambia el estado del hombre mediante la elevación de su carácter al plano sobrenatural, y le da a conocer las cosas que la razón sin esa ayuda no podría entender. También cree que si la razón puede alcanzar sin mezcla de error las verdades más elevadas que se encuentran naturalmente a su alcance, requiere de asistencia, ya sea en forma de refuerzo interior, o en forma de una ofrenda de datos objetivos; y cree que esa asistencia se ha convertido, de hecho, en una parte establecida de las cosas bajo la Nueva Ley que ha introducido un nuevo régimen para la inteligencia humana."


Conclusión

"La filosofía cristiana es la filosofía misma, en cuanto se encuentra iluminada en condiciones de existencia y de ejercicio absolutamente características en las que el cristianismo ha introducido al sujeto pensante, y en razón de las cuales él percibe ciertos objetos y demuestra válidamente ciertas proposiciones, que en otras circunstancias lo eludirían en mayor o menor medida.

"En lo que concierne especialmente al tomismo, debemos decir, por una parte, que la filosofía tomista es filosofía en tanto que es racional, no en tanto que es cristiana; y por otra, que, si tomamos el punto de vista, no de la causalidad formal, sino del desarrollo histórico, hay que admitir que el tomismo debe su condición de filosofía verdadera no sólo a la razón, sino también al sustento que recibe de lo alto, de aquel que siendo la fuente de la razón, es más grande que la razón.

"Permanece el hecho de que lo que cuenta en una filosofía no es que sea «cristiana», sino que es «verdadera».

"Reitero: no importa cuáles sean las condiciones de su desarrollo y ejercicio en el alma del filósofo, la filosofía depende de la razón, y mientras más verdadera sea, permanecerá más rigurosamente fiel, más aferrada a su naturaleza filosófica.

"Es por esta razón que, lejos de ser sorprendido, como ocurre con algunos, por el hecho de que Santo Tomás de Aquino consiguió su «armadura filosófica» del más sólido pensador de la antigüedad pagana, yo encuentro en eso una fuente de verdadero estímulo intelectual."